Alma de niño


Luego de un viernes sagrado con las chicas, luego de habernos reunido después de tanto tiempo empecé un esbozo de lo que no me imaginé iba a escribir algún día, pero si se lo creerán cuando les cuente y de seguro saldrán algunos recuerdos y más de uno se sentirá identificado con el relato. En fin, a veces sólo hay que animarse. Y aunque no tenga mucho que ver con el nombre del blog, sé que el efecto de un sábado por la mañana, luego de un viernes sagrado, fue diferente esta vez.

Fue un sábado en el Barrio Yukyty del Bañado Sur. Lalita y un grupo de compañeros, me invitaron a participar de un evento, llevarle una sonrisa a un niño.

Fuimos con algunas personas que yo no conocía, también El Triste se prendió porque llevó a su hermana odontóloga para brindar asistencia gratuita,  junto con otros compañeros. Lo cierto es que salió todo muy lindo, los niños se divirtieron un montón, merendaron muchísimo chocolate, comieron torta, también cantaron y jugaron.

Debo confesar que cuando Lalita me invitó, la idea no me atraía en absoluto, a pesar de haber sido catequista y haber compartido con adolescentes, me parecía que no iba a encajar. Pensaba ¿qué iba hacer yo ahí?. Sabía que los niños se me acercarían y no sabría cómo reaccionar. O tal vez era el miedo de no caerles bien a los niños, porque cuando no te quieren, no te quieren, así de simple.

En fin, cuando me puse el atuendo de payaso, sí, de payaso!. Todo fue espontáneo. Dejé salir a mi alter ego y aproveché para robar unos besos y abrazos. Unos se asustaban y lloraban, otros sonreían, pero yo fui más feliz que todos ellos, ya que en ese momento eran mis amiguitos, mis niños y no me importaba que estuvieran sucios o que no llevaran zapatos. Solo el compartir con ellos esa alegría de volver a ser niña, sin preocupaciones ni distracciones más que las del propio payaso, hizo que viajara un momento a la "Tierra del Nunca Jamás".

Sí, el país de donde viene Peter Pan, un niño que no crece nunca y vive en un lugar donde nada le duele, no tiene frío ni hambre, solo ríe y canta todo el tiempo!

A veces nos preguntamos cómo serían nuestras vidas si hubiésemos nacido en un lugar similar o peor a Ykyty; donde no se vive, se sobrevive cada día. Pero cuando nos encontramos con personitas como las que yo encontré esa mañana todo se vuelve mágico, es decir, te imaginas sólo correteando por allí descalza o desabrigado y nada más se te ocurre que una linda muñeca o una linda pelota en tus manos, te haría lo más feliz.

Pero un día te haces grande y todo eso pasa a segundo, tercer y último plano. Tienes hambre y frío, y te das cuenta de que no es porque hace frío o no hay comida, sino porque has crecido, has madurado, y te ves a ti mismo como a una persona egoísta, con defectos como todo el mundo, pero frío, sin sentimientos... ya el efecto de un abrazo no te hace nada, el efecto de una palabra como "te quiero" no te emociona, ni te produce cosquillitas en el estómago.

Ese día llevé de regalo mi último juguete, una muñeca a pilas, que baila; cuyo recuerdo guarda emociones del pasado que nunca volverán, pero aunque ahora ya no signifique nada, sé que para ellos, una bici usada o una vieja muñeca significan más que solo juguetes tirados. Son sueños que alguna vez se harán realidad. Tal vez sí, tal vez no... Yo solo sé que ese día volví a ser niña y me doy cuenta de que no quiero crecer, pero no por huir de las responsabilidades, sino, porque quiero dejar de ser egoísta, situación que no depende de la edad fisiológica que tenga sino, de encontrarme a mi misma en los demás. Cuesta demasiado eso?